Las recientes elecciones autonómicas y locales han ofrecido, como uno de sus resultados más preocupantes, el claro avance de las posiciones políticas euskaldunes dentro de la Comunidad Autónoma de Navarra. Al respecto, Jaime Ignacio del Burgo, diputado de UPN, ha llamado la atención sobre el hecho de que este significativo cambio político y sociológico tiene sus orígenes en ese mundo que los políticos -con frecuencia miopes para todo lo que no sea política- tantas veces suelen ignorar: el mundo de la cultura. Habría que investigar en qué medida la mitología euskaldún, tan arraigada dentro del País Vasco, se ha extendido durante los últimos diez años en los sustratos populares de la sociedad navarra, sobre todo en los ámbitos juveniles, más o menos contraculturales y de izquierda radical. A buen seguro que los resultados de tal investigación resultarían enormemente reveladores.
Los cambios políticos siempre vienen precedidos por cambios culturales, que con frecuencia se mueven en el plano de la mitología popular. Y, sin lugar a dudas, el mito vasco-navarro (en último término, panteísta, neopagano y arcaizante, como nos explicó Jon Juaristi) gana terreno en la España de hoy. Esto ocurre por varias razones: en primer lugar, por la acción subterránea (tolerada en Navarra durante los últimos tiempos) del brazo cultural de Batasuna y su entorno, que trabaja sin descanso para difundir los mitos de la "izquierda abertzale" en territorio navarro. Pero también por la propia debilidad mitológica de la España actual, que no ofrece ningún mito atractivo en torno a la idea de España como reino legendario. Incluso se está perdiendo el aura tradicional que Navarra, como territorio foral, tuvo durante el franquismo: un aura de misterio que, hundiéndose en la noche de los siglos, aportaba al reino navarro una innegable singularidad. Hoy, todo esto, políticamente incorrecto, ha sido censurado. El resultado es el avance de Nafarroa Bai, que, haciendo pinza con una Batasuna maquillada, y aprovechando la ambigüedad de Zapatero, irá tejiendo inexorablemente su tela de araña en torno a Navarra. Algo de lo que la propia España, y los partidarios de su unidad, estarán siendo corresponsables, al haber suprimido, como decimos, todo rastro de mitología hispánica en el aséptico "Estado de las Autonomías" que hoy padecemos.
jueves, 31 de mayo de 2007
¿NAVARRA EUSKALDÚN?
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Antonio Martínez Belchí
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Etiquetas: Batasuna, euskaldunización, Jon Juaristi, mitología política, Nafarroa Bai, Navarra, neopaganismo, política española actual, Zapatero
jueves, 26 de abril de 2007
¿POR QUÉ SE RÍEN LOS ETARRAS EN LA AUDIENCIA NACIONAL?
Todos hemos visto repetidas veces la misma escena: se juzga a un etarra en la Audiencia Nacional, y éste, en la jaula de cristal que lo aísla del público y los jueces, sonríe, se ríe incluso, se muestra distendido, despreocupado, indiferente y hasta desafiante. Si tiene a un compañero etarra a su lado, se abraza con él, da muestras de alegría; o bien saluda a los correligionarios batasunos que asisten al juicio para arroparle y jalearle.
¿Por qué todo esto? Sólo hay una respuesta: para hacer más daño, para poner nerviosos a los familiares de las víctimas, para indignar a los asistentes, para que sus imágenes, difundidas por la televisión, desconcierten y provoquen la ira de los españoles: una ira impotente, porque los telespectadores ven cómo los etarras escenifican su absoluta despreocupación y chulería ante el Tribunal y éste no toma ninguna medida contundente.
¿Qué debería hacerse con los etarras en los juicios de la Audiencia Nacional? Para empezar, fuera la jaula de cristal, que a ver por qué ese privilegio, que no se concede en España, durante el juicio, a ningún otro tipo de criminales: la jaula de cristal estimula el chulerismo etarra, al hacer que se sientan físicamente separados de la sala. Y luego, como mínimo, si es que incurren en sus habituales gestos de provocación, esposarlos por las espaldas y hacer que estén, por lo menos, en una postura un poco incómoda. Tal vez entonces empezaran a quitárseles las ganas de reír ante los familiares de sus víctimas.
La firmeza de un Estado también se demuestra con lo que sucede durante los juicios que se celebran en sus Tribunales. Lo que hacen los etarras cuando se les juzga constituye una inadmisible burla y una clarísima provocación. Si los etarras supieran que esas actitudes no se iban a tolerar y que iban a tener, de forma inmediata, consecuencias desagradables para ellos, se andarían con mucho más cuidado. Pero un Estado débil y sin convicciones firmes, como el nuestro, permite que los asesinos de ETA exhiban su insolencia incluso delante del Tribunal.
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Antonio Martínez Belchí
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