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martes, 12 de junio de 2007

EL MAYOR PROBLEMA DE NUESTRO MUNDO

El mayor problema de nuestro mundo no es ni Bush, ni Al Qaeda, ni el cambio climático, ni el G-8 y el FMI, ni ninguna otra realidad que se sitúe en el nivel de la economía, la política y la actualidad social. De igual manera, el mayor problema de España no es Zapatero, ni "la derecha", ni Aznar, ni la COPE, ni la inmigración, ni ETA, ni el terrorismo islamista, ni los partidos nacionalistas, ni la subida del euribor.

El mayor problema del mundo es que estamos viviendo en una especie de "Matrix" espiritual. Creemos que la vida es esta cosa gris por la que hoy en día discurre nuestra existencia: el trabajo, la televisión, el fin de semana, el sexo, los periódicos, los deportes, el aburrimiento y el vacío. Estamos alienados respecto a la auténtica realidad. Vivimos en una cárcel invisible que somos incapaces de percibir. Ya ni siquiera nos damos cuenta de que somos prisioneros. Pero aquí mismo, junto a nosotros -pero a una distancia infinita de nosotros-, nos espera un mundo nuevo, lleno de misterio y autenticidad. Un mundo que es como un gran árbol frondoso, frente a esta llanura desértica en la que ahora vivimos. Ahora sólo nos resta la tarea de encontrar la puerta secreta que nos da acceso a ese otro mundo que hemos olvidado y que debemos redescubrir.

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jueves, 31 de mayo de 2007

¿NAVARRA EUSKALDÚN?

Las recientes elecciones autonómicas y locales han ofrecido, como uno de sus resultados más preocupantes, el claro avance de las posiciones políticas euskaldunes dentro de la Comunidad Autónoma de Navarra. Al respecto, Jaime Ignacio del Burgo, diputado de UPN, ha llamado la atención sobre el hecho de que este significativo cambio político y sociológico tiene sus orígenes en ese mundo que los políticos -con frecuencia miopes para todo lo que no sea política- tantas veces suelen ignorar: el mundo de la cultura. Habría que investigar en qué medida la mitología euskaldún, tan arraigada dentro del País Vasco, se ha extendido durante los últimos diez años en los sustratos populares de la sociedad navarra, sobre todo en los ámbitos juveniles, más o menos contraculturales y de izquierda radical. A buen seguro que los resultados de tal investigación resultarían enormemente reveladores.

Los cambios políticos siempre vienen precedidos por cambios culturales, que con frecuencia se mueven en el plano de la mitología popular. Y, sin lugar a dudas, el mito vasco-navarro (en último término, panteísta, neopagano y arcaizante, como nos explicó Jon Juaristi) gana terreno en la España de hoy. Esto ocurre por varias razones: en primer lugar, por la acción subterránea (tolerada en Navarra durante los últimos tiempos) del brazo cultural de Batasuna y su entorno, que trabaja sin descanso para difundir los mitos de la "izquierda abertzale" en territorio navarro. Pero también por la propia debilidad mitológica de la España actual, que no ofrece ningún mito atractivo en torno a la idea de España como reino legendario. Incluso se está perdiendo el aura tradicional que Navarra, como territorio foral, tuvo durante el franquismo: un aura de misterio que, hundiéndose en la noche de los siglos, aportaba al reino navarro una innegable singularidad. Hoy, todo esto, políticamente incorrecto, ha sido censurado. El resultado es el avance de Nafarroa Bai, que, haciendo pinza con una Batasuna maquillada, y aprovechando la ambigüedad de Zapatero, irá tejiendo inexorablemente su tela de araña en torno a Navarra. Algo de lo que la propia España, y los partidarios de su unidad, estarán siendo corresponsables, al haber suprimido, como decimos, todo rastro de mitología hispánica en el aséptico "Estado de las Autonomías" que hoy padecemos.

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viernes, 11 de mayo de 2007

MARÍA TERESA FERNÁNDEZ DE LA VEGA, SOBREVALORADA

Las encuestas del CIS -discutiblemente fiables, por otro lado- nos vienen repitiendo durante los últimos tres años que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega es uno de los miembros del Gobierno mejor valorados por los ciudadanos. Ahora bien: en sus muy numerosas intervenciones públicas, sólo la he escuchado reproducir los mismos eslóganes y mensajes políticos estereotipados que repiten sus demás compañeros del PSOE. Ni un atisbo de originalidad o independencia de pensamiento. Ninguna retórica deslumbrante. Ningún signo de mejor formación cultural que la media. Y, lo que es peor, ningún mayor grado de autenticidad humana que el bastante mediocre que es habitual en nuestra clase política, tanto en el PSOE como en el PP, IU y los nacionalistas. Sencillamente, Fernández de la Vega es una política más en el gris panorama político español contemporáneo.

Entonces, ¿por qué parece valorársela especialmente? A mi modo de ver, por tres razones: porque es la mujer que ha alcanzado un puesto de mayor relevancia política en España (la vicepresidencia del Gobierno). Porque da la imagen de persona mayor (no conozco su edad exacta, pero es, sin duda, la política que parece de más edad entre los políticos españoles de hoy), y eso le granjea cierta simpatía añadida. Y, finalmente, porque da la impresión de trabajar mucho, ya que continuamente sale a dar la cara en las ruedas de prensa, a apagar fuegos y a lidiar con las patatas calientes que tan poco le gustan a Zapatero. Cuando se desencadena alguna tormenta política desfavorable para él, Zapatero suele seguir la estrategia de desaparecer durante dos o tres días, a ver si entretanto escampa. Pero alguien tiene que dar la cara por el Gobierno: y allí que sale la señora De la Vega, dispuesta a aguantar el chaparrón. Tal vez en esto -en el valor de dar la cara- consista el mayor mérito que haya que reconocerle. Quizá tenga otros y yo personalmente no los conozca. Pero, desde luego, no me lo parece. Por lo que he visto de ella hasta el momento, Fernández de la Vega es una política del montón.

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jueves, 19 de abril de 2007

"A CORUÑA" Y LA DICTADURA QUE VIENE

La batalla ya hay que darla por completamente perdida: en televisiones, radios, periódicos etc. etc., siempre que hay que mencionar actualmente la ciudad de La Coruña, no se dice "La Coruña", sino "A Coruña". Puede haber alguna excepción, pero, según tengo repetidamente comprobado, en la inmensa mayoría de los casos esto es así. Y no es sólo que, con ello, haya triunfado la tesis, cerril y dictatorial, del Bloque Nacionalista Galego (que, si digo "Gallego", me pegan), que le han conseguido ganar el pulso al ex-alcalde Paco Vázquez. Es mucho más: que hoy en día sea prácticamente imposible oír, en un medio de comunicación español, "La Coruña", es señal de hasta qué punto nuestra vida social se está degradando, debido a la creciente tiranía de lo políticamente correcto y de la dictadura socialista-nacionalista. Porque, si te atreves a decir en público, sin complejos, "La Coruña", ya estás dando lugar a que te etiqueten como "fascista" y "franquista", miembro de la "derecha extrema" de la COPE y el PP de Rajoy, cuando no directamente de la extrema derecha de Ynestrillas.

Podría pensarse que, al fin y al cabo, ¿qué más da decir "A Coruña" o "La Coruña"? Pero sí que nos jugamos mucho en esa "L" hoy censurada. No es una mera cuestión nominalista. Si perdemos la libertad y el derecho de usar esa "L", si dejamos que el nuevo fascismo izquierdista-nacionalista nos la robe, si nos acomplejamos de tal modo, que no somos capaces de defender esa letra, podemos estar seguros que no habremos perdido sólo una letra del alfabeto. En la actual tesitura de España
esa "L", igual que nuestra propia bandera, es el símbolo de la libertad. La coalición izquierdista-nacionalista que ha propiciado Zapatero ha prohibido la "L" de La Coruña. Y, si no se les hace frente, se darán cuenta de nuestro miedo, de nuestra incapacidad para defender aquello en lo que creemos, y entonces estaremos perdidos. Entonces no podremos culpar a nadie de la dictadura que viene.

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lunes, 9 de abril de 2007

¿UN PP "MÁS CENTRISTA"?


En "El Mundo" del pasado domingo 8 de abril, el editorialista del periódico, recogiendo la postura de Pedro J. Ramírez, opina que "sólo un PP más centrista podrá derrotar a Zapatero", habida cuenta de que en el momento actual se encuentra estancado en las encuestas de intención de voto y una parte significativa de la población española no está de acuerdo con el estilo de oposición que está desarrollando el partido de Mariano Rajoy.

El centro político es ese lugar mítico que se afanan en buscar todos los partidos que tienen aspiraciones serias de gobierno. En este sentido, se puede estar de acuerdo con "El Mundo". Ahora bien: ¿qué significaría, para el PP actual, "ser más centrista"? Que se sepa, la referencia política del Partido Popular es la Constitución de 1978, lo cual -digo yo- no les convierte en unos monstruos de la extrema derecha. Así que no es que Mariano Rajoy deba cambiar tales referencias, sino, más bien, un aspecto muy importante de su actitud: aunque puede seguir criticando todo lo que sinceramente considere equivocado en la política de Zapatero, debe adoptar un tono más moderado, matizar mejor sus argumentos y diversificar los mensajes que lanza hacia la opinión pública, ahora mismo demasiado centrados en el tema de la negociación con ETA.

Mariano Rajoy es un hombre de trato cordial y estilo muy poco autoritario. Aunque a veces es necesario enfadarse y levantar la voz, su actual tono, que muy a menudo está demasiado elevado, termina por cansar y resulta contraproducente. "Ser más centrista" consiste, simplemente, en aparecer como una persona que, sí, sabe levantar la voz y dar un puñetazo en la mesa si hace falta, pero cuya actitud habitual es la de una persona afable, estable, razonable y tranquila. Eso lo podría hacer Rajoy limitándose a ser él mismo. Tan sencillo -y tan difícil- como eso.

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