Se ha cumplido hace unas fechas el primer aniversario desde que Rosa Regás, actual directora de la Biblioteca Nacional, decidiera que la estatua de Menéndez Pelayo, figura señera de la erudición y la crítica histórica y literaria española, no era digna de presidir el vestíbulo de la institución, de la que, por cierto, fue también director.
Ciertamente, se podría discutir con mucha más razón si Rosa Regás es digna de dirigir la Biblioteca Nacional. Su currículum no admite la más mínima comparación con el de don Marcelino: consiste básicamente en haber formado parte de la "gauche divine", tener cierta experiencia editorial en Seix-Barral, haber ganado una vez el Premio Nadal, tener publicadas varias novelas que no pasarán a la Historia de la Literatura y ser una de las niñas mimadas, como articulista y figura pública de la izquierda más cerrada, dentro de "El País" y el grupo PRISA en general. Pero para ser director de la Biblioteca Nacional hace falta algo más. Para empezar, tener un poco más de cultura general (recuérdese su metedura de pata con Barrabás). Una cultura con más fundamento: Luis Racionero o Jon Juaristi sí fueron dignos directores de la Biblioteca. Podrían serlo también, por ejemplo, Sánchez-Dragó, Fernando Savater, Eugenio Trías o Emilio Lledó. Pero no una persona que tendrá, como todas, sus méritos y cualidades, pero sin la suficiente densidad y solvencia cultural.
Pero, con todo, esta carencia no es el principal problema de Rosa Regás. Su principal problema está en su soberbia, en su imprudencia, en su atrevimiento temerario y en su absoluta falta de humildad. Si llegas como directora a una institución que culturalmente te sobrepasa, por lo menos no caigas en una arrogancia de tal calibre como retirar la estatua de Menéndez Pelayo. Pero ya se sabe...: cuando falta la humildad y sobra la ideología, pasa lo que pasa. Con un poco de humildad y sentido común, Rosa Regás se habría dado cuenta de que Menéndez Pelayo está por encima de consignas y tendencias políticas: accedió desde el principio al olimpo de los grandes de la cultura española. De modo que merece, obviamente, el más absoluto respeto. También lo merece Rosa Regás como persona. Pero no tanto como la fanática progre que sigue siendo ni como mediocre directora de nuestra Biblioteca Nacional.
miércoles, 18 de abril de 2007
EL PRINCIPAL PROBLEMA DE ROSA REGÁS
Publicado por
Antonio Martínez Belchí
en
5:41
Etiquetas: biblioteca nacional, cultura española, gauche divine, grupo PRISA, ideología, izquierda, menéndez pelayo, progresía, rosa regás
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